Líbrame ahora de la mano de mi hermano, de la mano de Esaú, porque le temo;
no venga acaso y me hiera la madre con los hijos. Y tú has dicho:
Yo te haré bien, y tu descendencia será como la arena del mar,
que no se puede contar por la multitud.
Genesis 32: 11-12.
Al regresar a la tierra prometida, Jacob se enfrenta al temor de tener que confrontar a su hermano Esaú, creyendo que podría perder la vida. En su angustia, recurre a Dios en oración, suplicando ser librado de la mano de su hermano y recordándole las promesas recibidas. Esta historia nos enseña que en momentos difíciles debemos acudir a Dios en oración, confiando en las promesas que Dios nos ha dado.
Dios les bendiga,
Álvaro Méndez – Capellán ING
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