En el día que temo, Yo en ti confío.
Salmo 56: 3.
Muchas veces puedes experimentar miedo al punto que te paraliza e inutiliza. Incluso te puedes aterrorizar y oprimir por cosas negativas que piensas como la incertidumbre del futuro, el sentirte en las manos del enemigo o porque estás confrontando una aparente derrota o pérdida. Ese miedo puede ser la causa que te incapacita para vencer situaciones difíciles.
Entre los miedos más comunes se encuentran el miedo a la soledad, a la enfermedad, a un descalabro económico, al abandono, al divorcio, a situaciones difíciles en nuestra familia, a problemas ministeriales, o a cosas que están perturbando tu vida. Pero recuerda que el miedo es una consecuencia directa de la caída del hombre y un resultado directo del pecado, por esta razón el miedo es algo natural en el hombre. Entonces, ¿cómo puedes escapar de él?
El rey David experimentó ese miedo, por eso dijo en el día que temo, yo en ti confío (Sal. 53:3). David venció el miedo refugiándose en Dios, confiando en Él y en sus promesas. Aquí se ve a un guerrero atemorizado por sus enemigos y por las circunstancias adversas. Este gran guerrero empezó a tener miedo, pero luchó contra ese miedo refugiándose en Dios, confiando en él.
El enemigo de tu alma busca atemorizarte e inutilizarte para que no sigas adelante con la obra o ministerio que Dios te ha dado. Por eso, ataca con fiereza en esta lucha encarnizada y feroz que busca inutilizarte. Recuerda, para poder vencer el miedo debes combatirlo como lo hizo David, confiando en Dios y en sus promesas. En Cristo eres más que vencedor por medio de aquel que te amó (Rom. 8:37). No temas, vencerás.
En Cristo,
Álvaro Méndez – Capellán ING
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