“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”.
1 Corintios 3:6
Como siervo de Dios puedes sentir preocupación por Su obra. Ideas planes, proyectos y realizas abundante trabajo ministerial, pero fácilmente se te olvida que el crecimiento, o éxito de la obra, no depende de ti sino de Dios. Se te olvida que lo único que debes hacer es cumplir con tus responsabilidades como siervo en el desarrollo de dicha obra, de hacer lo que Él te indicó.
Recuerda que Dios es quien está haciendo la obra, solo que él en su gracia te utiliza para realizarla, tal como utilizó a Moisés para liberar a los israelitas de Egipto. Cuando estás involucrado con Dios, cuando él te está equipando y usando, simplemente te sientes comisionados para hacer lo que él te indica. Tu compromiso se convierte en obedecer sus órdenes. Entonces, ¿de qué manera Dios te está utilizando hoy para realizar su obra?
La misión a la que Dios te ha llamado no es ajustada ni definida ni inventada por hombres, es una misión que ha sido dada por aquel que te ha llamado para sí. No has sido autonombrado, Cristo mismo te ha comisionado. Como ministro del evangelio, tu preocupación debe ser mantenerte dentro de los parámetros que Dios ha establecido para el desarrollo de su obra. Recuerda que es Dios quien está haciendo la obra y tú solo eres un instrumento que él está usando para realizarla.
En Cristo,
Álvaro Méndez – Capellán ING
0 comentarios