Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Mateo 15: 19.
Dios está interesado en depurar nuestro corazón, ya que de él surgen los malos pensamientos y otras obras de la carne. Este proceso de depuración implica la limpieza del corazón, la transformación y la renovación constante que conducen a la formación de Cristo en nuestros corazones. Es una obra que realiza el Espíritu Santo en nuestro interior. David, en su experiencia personal con el pecado, afirmó: «Los sacrificios que agradan a Dios son un espíritu quebrantado; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.» (Salmo 51:17). El proceso de depuración de nuestro corazón comienza cuando nos quebrantamos y humillamos ante Dios, reconociendo y confesando nuestros pecados delante de Él, y sometiéndonos a la ayuda del Espíritu Santo para ser perfeccionados.»
Dios les bendiga,
Álvaro Méndez – Capellán ING
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