Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; De mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Salmo 5: 3.
La rutina matutina del rey David consistía en orar a Dios, presentándole sus dificultades, proyectos y anhelos, esperando en silencio su respuesta en las circunstancias. Él confiaba en el poder de la oración y veía la respuesta de Dios a sus peticiones con paciencia. ¿Cómo oramos nosotros? ¿Pedimos a Dios y esperamos su respuesta? La eficacia de la oración se mide por la respuesta de Dios a nuestras peticiones.
Dios les bendiga,
Álvaro Méndez – Capellán ING
0 comentarios