“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios”
Romanos 8:14
Una señal de ser hijo de Dios es ser guiado por el Espíritu Santo, bien le dijo Jesús a Nicodemo “para entrar al Reino de los Cielos es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:3). Si no se ha dado el nuevo nacimiento en una persona, no podrá entrar al Reino de los Cielos porque no es hijo de Dios, es un hombre natural que no tiene al Espíritu Santo en su vida. Pero si has nacido de nuevo, Dios te tiene un llamado maravilloso de salvación y servicio. Por eso hay tres formas en las que el Espíritu Santo guía a los hijos de Dios.
Primero el Espíritu Santo te guía a crecer en Cristo. Al nacer de nuevo eres como un bebé en Cristo, así que es sumamente vital que se dé un proceso de crecimiento y madurez. Por tal razón el apóstol Pedro dice que debes desear como niños recién nacidos la leche espiritual no adulterada para crecer para salvación (1 Ped. 2:2).
Segundo, el Espíritu Santo te guía en un proceso de renovación espiritual que es necesario para evitar la sequedad espiritual en tu vida. Si descuidas esta área se puede afectar tu vida cristiana. Por eso, en ese proceso de renovación espiritual, debes despojarte del viejo hombre y vestirte del nuevo. Ese nuevo vestido es el resultado de tu renovación espiritual.
Y tercero, el Espíritu Santo te guía y te capacita para dar el fruto que agrada a Dios. Es claro que Él te capacita para toda buena obra y para el ministerio que el Señor te ha dado. Él dice en su palabra que el pámpano que no lleve fruto será cortado, por eso, es vital el tener esa dependencia en el poder del Espíritu Santo, ya que Él es quien te capacita para realizar la obra que Dios te ha encomendado.
En Cristo,
Álvaro Méndez – Capellán ING
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