“Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Fil 3:14). El apóstol Pablo luchaba, no por sus propias metas y planes, sino por las metas y planes eternos que Dios había diseñados para su vida, ¿Estamos realizando los planes y proyectos que Dios ha diseñado para nuestras vidas?
Este dilema es antiguo, surgió en el jardín del Edén donde Dios creó al hombre con un propósito eterno. Cuando Adán y Eva pecaron escogieron seguir sus propias metas y planes temporales olvidando el plan eterno que Dios había trazado para ellos, olvidaron que Dios les había dicho que el día que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal morirían. El hombre al pecar se independizó de Dios y se alejó de los planes diseñados por Dios ocasionándole la muerte.
Hoy en día subsiste en el hombre este deseo de independencia el cual sigue matando a la humanidad porque la aleja de Dios. La gente escoge sus propios planes y proyectos lejos de Dios. Esa es la raíz del pecado, la independencia de Dios que conlleva a la misma muerte. La humanidad sigue el camino de muerte sembrado en su corazón, se nota en las filosofías e ideologías tales como el humanismo y el cientificismo que siguen el camino del pecado porque su propósito es el independizar y alejar de Dios a la humanidad.
Las corrientes humanistas, ateístas, cientificistas son la madre de muchos programas y proyectos, algunos de tinte político, social y/o económico, los cuales ofrecen soluciones baratas a problemáticas que afectan a la humanidad. Estos programas y proyectos solo apuntan a lo temporal e inmediato, sin tener en cuenta a Dios. Pero el plan de Dios apunta a lo eterno, este plan está vigente en la persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es el plan de redención, es el plan de salvación, cuyo objetivo es que el hombre y la humanidad regresen a Él. Este plan redentor ha sido entregado a nosotros, a quienes se nos ha dado el ministerio de la reconciliación, un plan eterno de vida y un ministerio a realizar.
El objetivo de Dios es que el hombre regrese a Él, se someta a Él, disfrute de la vida eterna, cumpla el propósito de Dios para su vida, gobierne la tierra bajo su señorío, todo esto hace parte del plan de Dios para el hombre redimido.
En Cristo,
Álvaro Méndez – Capellán ING
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